Gestión del impacto ambiental en la minería con MonitorPro

La extracción de metales y minerales repercute en el medio ambiente y supone una carga importante para las empresas mineras.

Las operaciones mineras tienen un impacto significativo en el medio ambiente a lo largo de todo su ciclo de vida, desde la exploración y la construcción hasta la explotación y el cierre. Las empresas que tratan de gestionar y minimizar los problemas medioambientales suelen aplicar políticas medioambientales que suelen establecer, como mínimo, el cumplimiento de la legislación.

Quizá la forma más obvia de legislación sean los permisos medioambientales que imponen condiciones específicas a una operación y obligan a las empresas a gestionar el impacto medioambiental de forma responsable. Por supuesto, varían de un país a otro, aunque hay temas comunes.

Valle de Barossa - Australia

Los permisos medioambientales exigen que el titular del permiso cumpla los procedimientos y prácticas operativos, incluidos los detalles de gestión para casos inusuales. Algunos regímenes también introducen la necesidad de utilizar una tecnología concreta ("mejor tecnología disponible" en Europa) que, por ejemplo, produzca menos residuos, utilice menos materiales peligrosos o permita el reciclado.

Los permisos también exigen un programa de control continuo, con objetivos definidos para muchas de las variables medidas. Puede ser necesario un muestreo especial alrededor de los vertederos de roca estéril, las instalaciones de residuos y los desagües de aguas residuales. Las infracciones deben abordarse y notificarse a las autoridades reguladoras, a veces pocas horas después de que se produzcan.

Es necesario poner en marcha medidas correctoras y, en casos extremos, las infracciones reiteradas pueden dar lugar a enjuiciamientos, retirada de permisos o incluso encarcelamiento de los directivos responsables. Los datos también deben comunicarse tanto interna como externamente en distintos formatos y a intervalos regulares. Estos procesos suponen una carga considerable para muchas empresas.

Diversas partes interesadas, como comunidades locales, grupos indígenas y ONG, también tienen una demanda cada vez mayor sobre los aspectos medioambientales y cómo se gestionan.

Las comunidades locales, por ejemplo, suelen preocuparse por el medio ambiente local y son hoy una parte interesada influyente. Las exigencias locales hacen que los gobiernos obliguen cada vez más a las empresas a recoger datos e informar públicamente sobre las emisiones contaminantes. En general, esto puede considerarse una parte de la licencia social para explotar minas.

El Inventario Nacional de Contaminación (NPI ) de Australia, por ejemplo, exige a las empresas cualificadas que informen sobre la liberación de 93 sustancias identificadas por su posible impacto en el medio ambiente y la salud.

Del mismo modo, el Inventario de Emisiones Tóxicas de EE.UU., nacido de la legislación sobre Planificación de Emergencias y Derecho a Saber de la Comunidad, impone a la industria la obligación de comunicar información. De hecho, en EE.UU., las empresas tienen que elaborar informes específicos para cumplir este requisito, como los informes de control de vertidos (DMR).

Al norte de la frontera, el equivalente canadiense del inventario de emisiones tóxicas es el Inventario Nacional Canadiense de Emisiones Contaminantes.

En Europa, de forma similar, estos datos se comunican a través del Registro Europeo de Emisiones y Transferencias de Contaminantes (E-PRTR), que contiene datos comunicados anualmente por unas 24.000 instalaciones industriales que abarcan 65 actividades económicas en toda Europa.

Con la creciente preocupación por el calentamiento global, muchos países también comunican datos a nivel nacional sobre las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto tiene lugar a través de los planes de comercio de emisiones en Europa y América del Norte.

En Australia, la Ley Nacional de Información sobre Gases de Efecto Invernadero y Energía de 2007 (NGER) ha creado un marco nacional para informar sobre las emisiones y obliga a las empresas que cumplan los requisitos a hacerlo.

En cada caso, el proceso puede funcionar de forma ligeramente distinta, pero todos exigen que las empresas que cumplen los requisitos recopilen datos e informen sobre ellos, y con el énfasis internacional en el calentamiento global esto sólo puede aumentar.

Para muchas empresas, un sistema de vigilancia medioambiental se traducirá también en un proceso más amplio de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa. La sostenibilidad pretende satisfacer las necesidades de la generación actual sin comprometer las necesidades de las futuras. Pretende crear crecimiento y riqueza sin ninguno de sus inconvenientes. La sostenibilidad es, por tanto, más amplia que la gestión medioambiental y una empresa necesita desarrollar sus propios indicadores clave de rendimiento (KPI), como directrices para cumplir los objetivos de sostenibilidad. Algunos de ellos son cualitativos; sin embargo, otros se basan en la generación de datos claros por parte de la empresa.

Hay varios grupos nacionales y sectoriales que están elaborando directrices para la sostenibilidad y los indicadores clave de rendimiento (KPI) pertinentes (iniciativa "Hacia una minería sostenible" de la Asociación Minera del Canadá), pero, a nivel mundial, tal vez los más reconocidos sean los producidos por la Iniciativa Mundial de Presentación de Informes (GRI).

Todo esto significa que las empresas necesitan recopilar, gestionar y comunicar datos, a veces en cantidades ingentes. Esta información puede proceder de diversas fuentes, como el seguimiento realizado por empleados, consultores, contratistas y laboratorios de análisis.

Además, aunque se han producido muchos avances en la supervisión y el registro de datos, el análisis y la elaboración de informes suelen ser tareas laboriosas que se llevan a cabo en hojas de cálculo o bases de datos básicas.

Esto trae consigo toda una serie de problemas, incluyendo:

• ¿Cómo saben los administradores que están al tanto de toda su vigilancia y recopilación de datos?
• ¿Cómo pueden las empresas juzgar fácilmente el rendimiento y el cumplimiento (por ejemplo, con los umbrales de los permisos)?
• ¿Cómo se pueden compartir los datos?
• ¿Cómo pueden las organizaciones producir de forma regular y eficiente sus informes para los interesados internos o externos?
• ¿Cómo pueden los usuarios ver las tendencias históricas de los datos a lo largo de muchos años?
• ¿Pueden los usuarios defender sus datos y auditarlos? ¿Cuánto tiempo lleva todo esto?
• ¿Cuántos errores hay en el sistema?

Muchas empresas gastan mucho dinero en la recopilación y cotejo de datos; en algunos casos, hasta 350.000 dólares en un solo centro. Sin embargo, no son capaces de captar todo su valor.

Esto puede dar lugar a que el personal trabaje de manera ineficiente para calcular las cifras, la presentación de informes suele llegar tarde y el sistema se vuelve propenso a los errores, lo que perjudica las relaciones con los organismos reguladores y otras partes interesadas.

EHS Data lleva desde 1996 proporcionando herramientas de software especializadas para ayudar en la gestión de datos, y ahora suministra sistemas a diversos sectores, incluidas las empresas mineras. Estos sistemas permiten gestionar los datos en un entorno seguro y auditable, lo que aporta importantes beneficios a los clientes.

A lo largo de los años, la tarea de gestión de datos ha crecido y cambiado drásticamente en términos de volumen. También ha aumentado su complejidad, ya que las empresas tienen que recopilar y notificar los datos de distintas maneras, con distintos fines y superando diferentes barreras geográficas y lingüísticas. Sin herramientas especializadas, estos procesos pueden resultar engorrosos.

En estas circunstancias tan cambiantes, las herramientas especializadas de gestión de datos brindan oportunidades para reducir costes, reforzar las relaciones con las partes interesadas, reducir riesgos y, al mismo tiempo, mejorar los resultados medioambientales.